Hacia una comprensión de la autoridad en la familia


 ¿Cómo manejar la autoridad? ¿Qué hacer para que esta recobre fuerza y logre trasmitir lo que necesita los hijos (as)? ¿Qué criterio tener a la hora de emplearla? ¿Qué modelo de autoridad necesitan los hijos (as) y las familias de hoy?.

Estos fueron sólo algunos de los interrogantes que se abordaron con las familias de Medellín del Ariari, al respecto se dijo; existen diferentes tipos, por ejemplo: está el modelo autoritario de los padres de familia, éste se caracteriza por ejercer control, muchas veces con castigo o premios que no forman, por el contrario, generan una autoridad incuestionable donde el hijo no puede opinar, “la norma se respeta y punto”, generalmente, en esta forma de ejercer el rol de padre prima la obediencia de los hijos.
Así, la mayoría de criterios de funcionamiento son impuestos de manera unidireccional, en la mayoría de casos, el padre hecha en cara lo que da, compara, corta la comunicación y no demuestra mucho afecto, en otras palabras, es fuerte para gobernar, débil para expresar. El anterior modelo crea hijos (as), violentos, insensibles, amargados, mentirosos, manipuladores, serviles, inseguros, víctimas, temerosos, lejanos, con baja valoración, luchadores por el poder, resentidos, rebeldes, retraídos, a la defensiva, con actitudes antisociales, vulnerables al daño, repiten ciclos de violencia, incapaces de dar y recibir perdón.
Segundo modelo de familia, sobreprotector, si se quiere la palabra clave para interpretar este patrón de comportamiento es el exceso, pues existe una preocupación exagerada por los hijos (as). Con lo anterior se genera niños o adolescentes  dependientes de personas maltratadoras, inseguros, sin experiencias de aprendizaje, egocéntricos, inmaduros, no toman decisiones por sí solos, ni enfrentan problemas, se prestan para la manipulación, son mediocres, inadaptados, no poseen sentido de pertenencia, incompetentes, poco asertivos, rompen patrones y se liberan desenfrenadamente, irresponsables, les agrada la comodidad y el mínimo esfuerzo.
Ordinariamente, los padres en este tipo de relaciones usan pronombres posesivos, eligen por los hijos, les hacen todas las tareas y oficios, los tratan como si fueran menores de edad, les evitan que sufran algún daño por mínimo que sea, corren al primer llamado de su hijo (a), resuelven, intimidan y defienden, se creen salvadores, da para pensar que algunos padres pueden haber sufrido ofensas, acoso, timidez y miedos, de ahí que, sobreprotejan a sus seres queridos de esa manera.
El tercer modelo, permisivo, en éste no hay normas, límites, los castigos se incumplen, el papá pude prometer dejar al hijo sin salir al parque un fin de semana, sin embargo, éste sin el mayor esfuerzo termina convenciéndolo para que dicha sanción sea levantada, se da cierta indiferencia de parte de los padres frente a lo que hace el hijo (a), el rol del padre/madre es proveer, no educa, no forma, malcría, alienta para que se de irrespeto hacia la autoridad, crea niños (as) caprichosos (as), irresponsables, pasivos, impulsivos, inmaduros, agresivos, tiranos, exigentes, egoístas, anormativos, débiles, carecen de límites, con sensación de abandono, incapacitados para amar, no valoran, inseguros, culpan a sus padres de su destino y todo lo negativo que les pase. Por su parte sus padres, evitan el dolor, dan regalos, no les dejan entristecer o llorar, son débiles en su autoridad, buscan todas las maneras para justificar el comportamiento de su hijo (a), cambian las reglas, expresan el afecto de manera fácil, sacrifican aún a su pareja para complacerlos.

Cuarto tipo, padres fantasmas, se caracterizan por ausencia en reuniones y eventos en los que interactúan los hijos, son proveedores por excelencia, pagan extra todo sin discutir, no conocen a sus hijos (as) en su afecto o íntimamente, se involucran poco en casa, juegos, enfermedades o actividades de la familia, ignoran las amistades y experiencias de sus hijos (as). Por su parte, los hijos (as) formados en este modelo tienen la tendencia a ser depresivos, inexpresivos, desadaptados, silenciosos, lejanos, poco comunicativos, vulnerables, sin arraigo, abandonados, valoran más por el tener que por el hacer.

Quinto, padres anti modelos, como su nombre lo indica se caracterizan por tener una personalidad basada en la hipocresía, son mañosos, abusivos, manipuladores, egoístas, anormativos, engatusadores, desadaptados y rebeldes. De igual modo,  los (as) hijos (as) del anterior tipo de familia repiten las mismas características.
Sexto modelo, los perfeccionistas,  ellos pretenden sacrificar la persona, por conseguir los resultados, se afanan por cumplir con las responsabilidades, de ahí que haya exigencia y seguimiento extremo, permanecen elevando las expectativas y se apoyan en los propios fracasos.  Es de esta manera como los hijos  (as) de padres perfeccionistas trabajan para satisfacer a los padres, tienen sentimientos de frustración, sensación de no ser aceptado, crean sentimientos de temor e inseguridad, se vuelven competitivos, se hacen materialistas e individualistas.
Séptimo, padres indiferentes, consideran a los (as) hijos (as) como un estorbo, un problema, un lío, les descalifican, minusvaloran con gestos y palabras, el (a) hijo (a) no es atendido (a), se usa burlas, menos precio y violencia, en algunos casos no se establecen vínculos afectivos. En los (as) hijos (as)  de este modelo se percibe auto-rechazo, auto-agresión, falta de sentido existencial, desvalorización, inconstancia, viven con sentimientos de culpa, tienen problemas de ansiedad, depresivas, de relación con los demás, crean rechazo donde van, tienden al fracaso.
Algunas conclusiones a tener en cuenta:
Primera, se debe continuar ahondando en el tema de la autoridad y el modelo de los padres a la hora de ejercerla, pues se reconoce que en muchas ocasiones por querer educar de una forma pertinente se es autoritario; permisivo, indiferente, sobreprotector, anti-modelo, perfeccionista o fantasma, con lo anterior no generando personas críticas, participativas, serviciales, entregadas y amorosas. 
Dos, se resalta la participación de padres de familia y sus hijos (as) representando una obra de teatro con respecto al manejo de la autoridad.
Tres, se deja la invitación a continuar aprendiendo a ejercer al autoridad al estilo de Jesús, quien se basó en el servicio, al entrega y el amor.
Cuarto, para construir una óptima sociedad se debe empezar a formar mejores familias.

Agradecemos infinitamente a los padres y madres de familia, a los (as) niños (as) y a las catequistas por su participación y colaboración, por la escucha atenta, por compartir el almuerzo y sus vidas. Dios les bendiga y María, Madre de Jesús interceda por sus necesidades…